Villa – Lobos e os Brinquedos de Roda

Las canciones tradicionales infantiles tienen, obviamente, una estructura,
melódica y rítmica, que los niños perciben espontaneamente.
Si se escuchan en un idioma desconocido son «ideales» para
bailarlas, sin estar apegados al sentido del texto /
para, con papel y pinturitas, dibujarlas /
para inventar un juego
y que el grupo encuentre sus propias palabras y cabriolas.

 

Para escuchar, imaginar y reinventar (también para disfrutar con adultos).

En el 6º Encuentro  de Mocilyc*  – Bello Horizonte –Brasil  año 2003 se editó y nos obsequiaron a los participantes del encuentro, un CD con canciones infantiles tradicionales, instrumentadas por Héctor Villa-Lobos. Interpretadas por el coro de niños de la Fundación Clovis Salgado: impecable en su afinación, en su fraseo; ni agrandados ni infantilizados y acompañados por el Grupo de Percusión de la Universidad Federal de Minas Gerais.

Héctor Villa – Lobos ( 1887-1959 ) uno de los más destacados compositores brasileros de la época, interesado por la educación musical en las escuelas, desarrolló en la  década de 1930, un programa inspirado en el cancionero tradicional infantil.

* Movimiento de la Canción Infantil de Latinoamérica y  Caribeña

tapa

 

Na corda da viola

Grupo de Percussao Da UfmgNa Corda Da Viola

 

A cotia

Grupo de Percussao Da UfmgA Cotia

 

Garibaldi foi a missa

Grupo de Percussao Da UfmgO Pintor de Cannahy

 

A maré encheu

Grupo de Percussao Da UfmgA Mare Encheu

 

Mando tiro, tiro, la

Grupo de Percussao Da UfmgMando Tiro, Tiro, La

 

Constancia

Grupo de Percussao Da UfmgCo, Co, Co!!!

 

¿Que canción es?

Grupo de Percussao Da UfmgRosa Amarela

La novia de Antonio Vivaldi (o la imaginación al poder)

La novia de Antonio Vivaldi

o

la imaginación al poder

 

En el año 1984 comencé mis audiciones de “A parar la oreja” en AM Radio Municipal de Buenos Aires.

Fabricio Valvasori las escuchaba junto a su madre y su hermana más pequeña.

Su madre, Graciela García, profesora del Conservatorio de Villa María (Córdoba), grababa las audiciones y trabajaba algunas propuestas y sugerencias mías con sus alumnos. Cada tanto, me mandaba por correo (con estampilla) un sobre gordo y grande con los trabajos de sus discípulos.

Fabricio me escribía, aparte, contándome las andanzas de la tortuga que tenía en el jardín de su casa y los adelantos de su hermanita.

Tiempo después, en algunos talleres que hice en Córdoba me encontré con Graciela, que asistía entusiasmada y trabajaba muy bien.

No dejamos de recordarnos mutuamente.

Con agradable sorpresa acabo de recibir este mail, que me envía aquel “pequeño” Fabricio convertido, hoy, en un joven y talentoso violinista.

Y ésta es la historia de Fabricio y de María Teresa, que se convirtió en la novia de Antonio Vivaldi.

 
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De las Cuatro Estaciones a la Canción de Juan, y de la Canción de Juan a las Cuatro Estaciones

A la novia de Antonio Vivaldi, la bella y alegre Señora María Teresa Corral.

Tal vez el "asunto" y "encabezado" de este correo te sorprenda un poco, pero no pude dejar de pensar y divertirme mucho con estas ideas, imaginándote como la novia ideal, la musa perfecta de Antonio Vivaldi quien con tanta dulzura, como vos, cantó a la naturaleza, a los animales, al sol y al agua y al campo. Y más grande fue aún mi alegría cuando descubrí hace unos días que eras justamente vos la que había inventado "la canción de Juan", esa que muchas veces enseño por la bondad de sus notas, porque nunca nadie insertó una escala tan bien puesta en una canción y porque todos mis niños la recuerdan fácilmente más allá que cualquiera sea la estructura de la mano en la que se la enseño (…). Pero... ¿que te explico a vos? si estás tan bonita en esa foto de tu blog junto al violín, tan contenta como en tus canciones.

Entonces, decime si no hubieras sido una dulce inspiración para el luminoso Antonio, te imaginás? Yo sí y entonces pienso que no existe el tiempo para estos noviazgos tan dulces entre músicos de antes y los de ahora, para esta comunicación ingenua de las almas.

Te envío este link, donde toco Las Cuatro Estaciones del divino Antonio Vivaldi, obra que estudié por primera vez a los 38 años, y donde traté de representar con mi violín los diferentes momentos que él narra en el texto, palabras que tanto esperaron para darse a conocer. Y entonces decidí alejarme ya de las versiones tradicionales, saliendo a caminar al lado del río para oír mejor las Palomas y cambiar un poquito el ritmo, pero respetando las mismas notas que escribió Vivaldi (…). Me animé a desafinar más de la cuenta para que se noten los borrachos, y algo que me costó mucho fue representar los escalofríos!!!!! uhhhhh que frío!!!!! jajajajaja

(…) nunca te olvides que Vivaldi hubiera disfrutado las mejores meriendas de campo contigo, corriendo carreras en un alazán "ta ca tin - ta ca tin - ta ca tan  ta ca tín - ta ca tín - ta ca tán", que hubiera estado feliz de tí, como también lo estoy yo!!!!

Gracias, gracias, y siempre gracias hermosa María Teresa.

Un saludo enorme.

Fabricio Valvasori